El Tango como crítica social

Introducción 

El presente título puede sonar a primera vista muy pretencioso, porque según nuestra opinión, ha permanecido oculto en la poética del tango, tanto las preocupaciones de la época, como el contexto social e incluso las vinculaciones y adhesiones políticas. Es necesario hacer algunas precisiones. La primera de ellas es sobre la expresión “tango” que se usaré en el presente trabajo tiene un sentido amplio, esto es, que incluye todas las formas del tango y sus variantes, es decir, cuando hablamos de “tango”, hablamos de tangos, milongas, rancheras y valses.

 No quisiéramos entrar en la discusión de la génesis del tango. Para algunos estudiosos como Horacio Ferrer data sus inicios en 1870. 

Otros, como Ricardo Ostuni incluso van mucho más atrás. Como se sabe, mucho le debe el tango a la inmigración, desde que la Ley Avellaneda de 1876 favorece su venida, llegan de Europa al país miles de desconsolados en busca de esperanza, para alejarse de las guerras, de las bancarrotas, en resumen de la miseria y el hambre. De cualquier modo, en sus comienzos en una mezcla híbrida de habaneras, danzones cubanos, el schottis, la polka y la milonga criolla; que al pasar el tiempo toma la forma musical del 2/4 y se hace bien porteño.

 Así Sábato, E, (1963) escribe: “Los millones de inmigrantes que se precipitaron sobre este país en menos de cien años, no sólo engendraron esos dos atributos del nuevo argentino que son el resentimiento y la tristeza, sino que prepararon el advenimiento del fenómeno más original del Plata: el tango”

 Una aclaración siempre necesaria, es que los tangos que mencionamos son una muestra más o menos representativa, una paleta multicolor lo más amplia posible. La parte del texto elegido es la que he considerado más característico para ilustrar la situación considerada. Quisiera decir también, que lo que se analiza para el tango aquí, no es algo novedoso, está ampliamente estudiado para la literatura (teatro, poesía, novela, cuento ensayo, etc.), es decir, cómo la expresión artística está relacionada al contexto social y económico. 

El Tango como Crítica Social 

La inmigración europea que se esperaba que fuera para la cosecha, buena parte de ella terminó hacinándose en las grandes urbes de Argentina. Así la población urbana en Argentina creció del 35% en 1869 a 58% en 1914, para pasar a un 68% en 1930. Gran parte de la población obrera era extranjera y además estaba vinculada a la lucha sindical anarquista, socialista y comunista. 2 Para tener una idea de la importancia de los extranjeros en la vida urbana, veamos el siguiente Cuadro de la Población de Buenos Aires1



 Como se podrá apreciar, la población extranjera (básicamente italiana y española) en la ciudad de Buenos Aires era entre fines siglo XIX y principio del XX, del orden de la mitad del total de la población. Producto de las medidas inmigratorias entre 1876 y 1914 más de 4,5 millones de inmigrantes europeos. Hecha esta breve introducción, vamos a poner a consideración estrofas de tangos relacionados con la “cuestión social”, como solía llamarse entonces, todo lo relacionado al pensamiento crítico, comencemos entonces: 

El tango que da razón de la lucha de clases en el país: “Guerra a la burguesía” (1901) de autor anónimo dice en su letra:

 “Guerra a la gente burguesa sin distinción de color que chupa la sangre humana del pobre trabajador” 

El tango evocó los sueños para salir de la miseria, muchas veces sin pensar en el costo que ello acarreaba, una muestra es “La Mina del Ford” (1924) con letra de Pascual Contursi y música de Antonio Stacasso y Miguel del Negro, una estrofa dice: “Yo quiero una cama que tenga acolchado... Y quiero una estufa pa' entrar en calor... Que venga el mucamo corriendo apurado y diga: ¡Señora! ¡Araca! Está el Ford...” 

La relación entre el origen social y el delito está presente en el tango “Sentencia” (1926) con letra de Celedonio Flores y música de Pedro Maffia: “Yo nací, señor juez, en el suburbio, suburbio triste de la enorme pena, en el fango social donde una noche asentara su rancho la miseria. De muchacho, no más, hurgué en el cieno  donde van a podrirse las grandezas... ¡Hay que ver, señor juez, cómo se vive para saber después por qué se pena!” 

Otro tango “Sacco y Vanzetti” (1927) con letra y música de J. M. Lacarte, que trae el recuerdo de los dos mártires, inmigrantes italianos en los Estados Unidos que en su condición de dirigentes anarquistas fueron juzgados, sentenciados y sentenciados en 1927: “Allá en una triste celda dos italianos están, llorando su pena y su pesar. Si son o no culpables eso Dios lo sabrá”. 

Los tangueros siguen cantándole al dolor de la miseria y al desencanto, que está confesado en “Vida Amarga” (1927), letra de Eugenio Cárdenas y música de Pascual Mazzeo: 

“Cada vez que la miseria golpea en alguna puerta, pienso como desconcierta la suerte con su vaivén, y desfilan por mi vista los dramas rudos fatales, de aquellos que en los umbrales enseñan su desnudez. Mudo de pena me quedo cuando llega la pobreza hasta la mísera pieza de un pobre trabajador… 

“ Una joven obrera juega su enfermedad a vida o muerte en “La Cotorrita de la Suerte” (1927) letra de José de Grandis y música de Alfredo De Franco. Pero al mismo tiempo recrea más allá del “novelón”, la tragedia de la combinación de dos cosas letales: la pobreza y la enfermedad: 

“¡Cómo tose la obrerita por las noches! Tose y sufre por el cruel presentimiento de su vida que se extingue y el tormento no abandona su tierno corazón; la obrerita juguetona, pizpireta, la que diera a su casita la alegría, la que vive largas horas de agonía porque sabe que a su mal no hay salvación. Pasa un hombre quien pregona:

 "¡Cotorrita de la suerte! Augura la vida o muerte. ¿Quiere su suerte probar?" La obrerita se resiste por la duda, temerosa, 4 y un papel de color rosa la cotorra va a sacar”. La apariencia, el deseo de aparentar más de lo que uno es -en este caso de un varón- está reflejada en “Niño Bien” (1928) letra de Víctor Soliño y Roberto Fontaina, música de Juan Antonio Collazo.

 Esta estrofa muestra la disonancia social del sujeto: “Niño bien, pretencioso y engrupido, que tenés berretín de figurar; niño bien que llevás dos apellidos y que usás de escritorio el Petit Bar; pelandrún que la vas de distinguido y siempre hablás de la estancia de papá, mientras tu viejo, pa' ganarse el puchero, todos los días sale a vender fainá”. 

Una versión risueña, al fin de cuentas reírse un poco de la escases, el hambre y la pobreza hace la vida más tolerable y edulcora la denuncia. 

Un ejemplo de esto es “Donde hay un Mango” (1929) letra de Ivo Pelay y música de Francisco Canaro: ¿Dónde hay un mango, viejo Gómez? ¡Los han limpiao con piedra pómez! ¿Dónde hay un mango que yo lo he buscado con lupa y linterna y estoy afiebrado? ¿Dónde hay un mango pa' darle la cana, si es que se la deja dar? ¿Dónde hay un mango, que si no se entrega lo podamos allanar? En medio de la crisis se estrena “Yira…Yira” (1930) con letra y música de Enrique Santos Discépolo. 

Toda la existencia puesta a prueba, los brazos caídos y el corazón vencido: Cuando la suerte que es grela fayando y fayando te largue parao, cuando estés bien en la vía sin rumbo, desesperao, …. Verás que todo es mentira, verás que nada es amor, que al mundo nada le importa… ¡Yira!…¡Yira!

 Los ecos de la Primera Guerra Mundial todavía estaban presentes en los inmigrantes europeos. El tango “Silencio” (1932) letra de Alfredo Le Pera y Horacio Pettorossi con música de Carlos Gardel y Horacio Pettorossi, trae el recuerdo de las consecuencias de la guerra: “Silencio en la noche. Ya todo está en calma. El músculo duerme, la ambición trabaja. Un clarín se oye. Peligra la Patria. Y al grito de guerra los hombres se matan cubriendo de sangre los campos de Francia. Hoy todo ha pasado. Renacen las plantas. Un himno a la vida los arados cantan. Y la viejecita de canas muy blancas se quedó muy sola, con cinco medallas que por cinco héroes la premió la Patria”.

 Discépolo confesó cierta vez: “Yo no escribí esta canción con la mano. La padecí con el cuerpo. Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga más feliz, sino porque de esa manera estoy más cerca de ellos y traduzco ese silencio en angustia que adivino” (Mandrini, E., 2005) 

En Acquaforte (1932) con letra de Juan Carlos Marambio Catán y música de Horacio Pettorossi, se muestra la contradicción de quién dilapida su dinero como el hijo pródigo y niega un aumento de salarios a sus obreros: Un viejo verde que gasta su dinero emborrachando a Lulú con el champán hoy le negó el aumento a un pobre obrero que le pidió un pedazo más de pan. Aquella pobre mujer que vende flores y fue en mi tiempo la reina de Montmartre me ofrece, con sonrisa, unas violetas para que alegren, tal vez, mi soledad. Y pienso en la vida: las madres que sufren, los hijos que vagan sin techo ni pan, vendiendo "La Prensa", ganando dos guitas... ¡Qué triste es todo esto! ¡Quisiera llorar! Salas, H. (1997) a propósito de “Acquaforte” y de su época escribe: 

“El tango de esos años cuestiona al cabaret, le reprocha su amoralidad, a la que opone la ética de barrio y de paso, desde los mismos palcos donde se instala para entretener a quienes “derrochan su dinero” sin pensar en el pueblo, les muestra sus lacras, lo cual es una manera de conformarse con la propia suerte. La educación señala: los ricos no son felices, carecen de amor, deben pagarlo. Los pobres en cambio pasan necesidades, sufren, pero son buenos, y sus amores, gratuitos y, por lo tanto, auténticos. Los clientes del cabaret escuchan la monserga y gozan con el reflejo de esa perversidad que les endilgan. Al fin es cierto, el cabaret implica una marca de clase, un privilegio. ¿Y por qué no ostentarlo?” Del mismo año es otro alegato que muestra la crisis del 30, “Pan” (1932) letra de Celedonio Flores y música de Eduardo Pereyra Sus pibes no lloran por llorar, ni piden masitas, ni chiches, ni dulces... ¡Señor!... Sus pibes se mueren de frío y lloran, habrientos de pan... La abuela se queja de dolor, doliente reproche que ofende a su hombría. También su mujer, escuálida y flaca, con una mirada toda la tragedia le ha dado a entender. ¿Trabajar?... ¿En dónde?... Extender la mano pididendo al que pasa limosna, ¿por qué? Recibir la afrenta de un ¡perdone, hermano! Él, que es fuerte y tiene valor y altivez. Se durmieron todos, cachó la barreta, se puso la gorra resuelto a robar... ¡Un vidrio, unos gritos! ¡Auxilio!... ¡Carreras!... Un hombre que llora y un cacho de pan... De la misma época y misma temática es “Al mundo le falta un Tornillo” (1933) con letra de Enrique Cadícamo y música de José María Aguilar, que expresa la situación de los precios frente a los salarios: Hoy no hay guita ni de asalto y el puchero está tan alto que hay que usar el trampolín. Si habrá crisis, bronca y hambre, que el que compra diez de fiambre hoy se morfa hasta el piolín. 

Otro tango llama la atención sobre el problema de la relación entre el capital y el trabajo, que termina acarreando la cárcel: “Al pie de la Santa Cruz” (1933) con letra de Mario Battistela y música de Enrique Delfino que narra: Declaran la huelga, hay hambre en las casas, es mucho el trabajo y poco el jornal; y en ese entrevero de lucha sangrienta, se venga de un hombre la Ley Patronal. Los viejos no saben que lo condenaron, pues miente, piadosa, su pobre mujer. Un tango expresa la debacle de una época, también la desesperanza, “Cambalache” (1935) letra y música de Enrique Santos Discépolo, y lamentablemente lo vivimos como un diagnóstico que parece incurable: Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé… (¡En el quinientos seis y en el dos mil también!) que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé… Pero que el siglo veinte Es un despliegue de maldá insolente ya no hay quien lo niegue. Vivimos revocaos en un merengue y en el mismo lodo todo manosao… Un tango titulado “Si volviera Jesús” (1935) con letra de Dante Linyera y música de Joaquín Mora, que expresa: “Si volviera Jesús, otra vez en la cruz lo harían torturar. La muier engaña y el hombre se ensaña, y no hay sol ni pan para el pobrecito que aún cree, bendito, que existe bondad... Si volvieras, Jesús,  otra vez con tu cruz tendrías que cargar”. 

Al mismo tiempo de la Revolución del 43, surge “Farol” (1943) de los hermanos Homero y Virgilio Espósito, que plantea una pintura de situación obrera: Un arrabal con casas que reflejan su dolor de lata... Un arrabal humano con leyendas que se cantan como tangos... Y allá un reloj que lejos da las dos de la mañana... Un arrabal obrero, una esquina de recuerdos y un farol... La queja del pobre jubilado reflejada en el tango “Poema N°2 (El Jubilado)” (c.1970) con letra de Luis Alposta y música de Edmundo Rivero expresa: Ya no tiene ilusiones que ponerse. Su fe la desinflaron de un plumazo y hoy anda con lo puesto -su esqueleto-, llevando una cacho'e nada bajo el brazo. No es una lista exhaustiva, sino algunos tangos que merecen recordarse a partir de la crítica social de una época. 

Bibliografia 

Aravena, J. (2003) “El Tango & la historia de Carlos Gardel”, Ed. LOM, Santiago. Campo, J. (s/f) “Las ideas libertarias y la cuestión social en el tango”, El Libertario. Carretero, A. (2010) “Breve Historia del Tango”, en: http://literaturarioplatense.blogspot.com.ar/2010/01/andres-carretero-breve-historia-del.html Casadevali, D.F. (1970) “El Carácter Porteño”, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, Conde, 0. (2005) “La poética del tango como representación social”, Universidad del Sur, ponencia Jornadas de Humanidades, Historia del Arte. Campo del, H. (1970) “Los Anarquistas”, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires. Horvarth, R. (2006) “Esos Malditos Tangos”, Ed. Biblos, Buenos Aires. Mandrini, E. (2005) “Los Poetas del Tango”, Ed. Colihue, Buenos Aires. Ostuni, R. (2008) “Los Tango Radicales”, en: http://diccionarioradical.blogspot.com.ar/2008/03/los-tangos-radicales-por-ricardo-ostuni.html Sábato, E. (1963) “Tango, Discusión y Clave”, Ed. Losada, Buenos Aires. Salas, H. (1997) “El Tango”, Tomo I, Ed. Planeta, Buenos Aires. Ulloa, N. (1982) “Tango, rebelión y nostalgia”, CEAL, Buenos Aires

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