Al llegar el tango a New York entre 1913 y 1914, la iglesia católica de esa ciudad expresó con vehemencia su oposición en cabeza del cardenal apoyado por judíos y protestantes.
La primera guerra mundial, que absorbió todos los esfuerzos no solo bélicos sino económicos y culturales, marginó el asunto del tango. Pero no fue un argentino ni un tango argentino lo que mantuvo en la posguerra la oposición de la iglesia al tango: fue un nombre: Rodolfo Valentino. Valentino creó la afición por el baile del tango en EEUU, pero no tanto para el argentino sino para el de estilo europeo.
Los primeros y más importantes bailarines de tango fueron El Cachafaz y Casimiro Aín (El vasco o lecherito). Fue uno de los introductores del baile de tango argentino en Europa. Estando en ese continente tiene encuentro con el embajador argentino ante el Vaticano, Daniel García Mansilla. A través del secretario papal el día 1 de abril de 1924 solicitaron audiencia ante el papa Pio XI para hacerle una demostración de baile de tango y para que verificara que no tenía nada de condenable. El vasco preparó el escenario. Prescindió de su compañera habitual, excelente bailarina y recurrió a la Srta. Scott, bibliotecaria de la embajada e ignorante del arte de Terpsicore. La vistió de negro hasta los pies, con zapatos de tacón bajo y le dijo: tranquila por el baile que yo la conduzco. Aín escogió para la ocasión un disco de los hermanos Francisco y Juan Canaro titulado Ave María que sabían impresionaría al pontífice. Lo que no conocía el papa era que el titulo no hace alusión al Ave María católico sino a la expresión común del lenguaje como el “eh avemaría pues” nuestro. El vasco se vistió de impecable Frac. Tomados de manos, debidamente alejados, bailó con su pareja un monótono y ambiguo ritmo. Al final Aín improvisó figura que colocó casi de rodillas a la pareja frente al papa. Que mantuvo mirada casi aburrida, pero aprobatoria. Hace casi un siglo el tango se baila con bendición papal.
En cuanto a la iglesia católica argentina he sido impresionado al no encontrar ningún documento que me hable de conflicto con el tango.
Por Darío Tobón Montoya
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